A un paso de la noche buena suena en la radio un villancico rociero, alguien cuelga una foto desde La Mola y mi corazón late con tu recuerdo... Hoy te escribo a ti, alma presente y cuerpo ausente, reavivando el recuerdo de aquellos años en los que la Navidad sonaba a bulerías durante las comidas familiares, en los que se elejía uno de tus atesorados discos de vinilo para cada momento y las sobremesas duraban largas horas que se convertían en isntantes apasionantes; donde tus discursos morales tomaban partido haciéndonos a todos partícipes del por qué, el cuando y el como de todo aquello que formaba parte de nuestras vidas... Hoy vuelvo a sonreír con tu recuerdo, pero la nostalgia me hace un nudo en la garganta y siento ganas de llorar... Tal vez por el recuerdo de tantos buenos momentos, o tal vez por lo que echo de menos una Navidad contigo, o tal vez por todo a la vez... Hoy te escribo a ti, alma presente y cuerpo ausente, para decirte que todos los días de mi vida sigues vivo e